En un pequeño espacio de no más de cinco segundos, Roger y
Karen quedaron inmóviles ante la voz que les amenazaba. Ah, pero fulminaban con
la mirada a quien probablemente era la causa directa de la precaria situación
en la que se encontraban. El sujeto era un hombre joven, de aproximadamente
veinticuatro años, algo escuálido, vestido de una forma sencilla y casual, una
gorra deshilachada de color beige y anteojos en el rostro.
_ S-si dan un paso más, disparo _ dijo con trémula voz.
_ ¿Es en serio, chico? _ respondió Roger.
Karen caminó hacia él con determinación, el joven le
advirtió sin éxito que no se acercara o dispararía sin dudarlo, pero Karen
tenía otra cosa en mente. Tomó el arma del joven y de un tirón brusco se la
arrebató de la mano; luego le estampó un golpe en la nariz con la cacha de la
pistola, rompiéndosela y tumbándolo al suelo.
_ Está vacía _ dijo Karen al tratar de disparar y
escuchar chasquidos en vez de
detonaciones.
_ La encontré hace unos días _ dijo el joven plagado de
nervios _ pero no tenía municiones.
_ Ah, no te preocupes, ésta todavía tiene _ Karen le apuntó
entonces su arma.
_ ¡No, por favor!
_ Karen, Karen, espera _ Intervino Roger _ no creo que sea
necesario.
_ ¿Bromeas? Este imbécil por poco nos mata… y aún podríamos
morir por su culpa.
_ La señorita tiene un buen punto, chico _ expresó con
sarcasmo _ es mejor que empieces a dar una explicación, y más te vale que sea
buena.
_ L-lo siento ¿Vale? _ Karen no dejaba de apuntarle mientras
él se ponía de pie con los brazos extendidos y las palmas de las manos abiertas
_ Es largo de explicar y esas cosas no se van a detener hasta entrar y matarnos
a todos.
_ Eso no parecía preocuparte cuando sonaste la campana del
almuerzo _ dijo Karen.
_ Lo sé, lo sé, lo siento; los vi acercarse, tienen armas,
ya vieron que la mía está vacía… creí que sería demasiado arriesgado dejarlos
llegar hasta aquí así que sí, intenté deshacerme de ustedes… es solo que no
puedo permitirme morir, no sin antes encontrar a mi hermana. Pero puedo
sacarlos de aquí con vida.
_ Vamos, Karen _ dijo Roger _ seguro no fue nada personal, hubiéramos hecho lo mismo, lo sabes.
Baja el arma, salgamos de aquí y luego vemos qué hacer con él _ Karen bajó el
arma de mala gana _ Así que…
_ Dave.
_ ...Dave _ continuó Roger _ Yo diría que estás en deuda con
nosotros; así que, te propongo algo: sácanos con vida de aquí y lo
consideraremos como un pago por perdonarte la vida. Un trato justo a como yo lo
veo.
_ Sí, seguro, hay otro lugar no muy lejos de aquí en el que
mi hermana y yo nos refugiábamos, los llevaré lejos de los infectados.
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