Sin pensarlo demasiado, Karen y
Roger se apresuraron a correr en dirección a la dulcería. Los cadáveres ya se
encontraban de pie y empezaban a correr tras ellos, bramando y jadeando por
probar un poco de carne humana. Ya habían conseguido dejar atrás a la mayoría
de los infectados, pero había algunos que todavía estaban entre ellos y la
dulcería prestos a detener su carrera.
_ ¡Cuidado! _ Gritó Roger
mientras le quitaba a Karen un infectado de encima con un disparo.
_ Tenemos que entrar en esa
dulcería a como dé lugar _ dijo Karen entre el momento en que eliminó a un
infectado y le disparaba a otro.
El ruido que los infectados
generaban en conjunto era abrumador, la situación no era favorable para los
vivos puesto que estaban cuasi rodeados por completo y sin lugar a dónde
escapar de forma segura. Su única esperanza era abrirse camino hasta la
dulcería con la esperanza de poder encontrar refugio momentáneo mientras
ideaban un plan para salir con vida de la presente coyuntura.
Hiciéronlo así, pero al llegar a
la puerta de la dulcería, ésta se hallaba trancada por una gruesa cadena y un
candado.
_ Maldita sea, está cerrada _
anunció Roger.
_ ¡Apártate! _ dijo Karen volando
el candado de un balazo.
Roger reaccionó con velocidad
ante la acción de Karen y abrió la puerta de una patada.
_ Apresúrate, adentro _ le indicó
a Karen.
Un infectado que se encontraba a
poca distancia de ellos alcanzó la puerta y embistió a Roger, tumbándolo al
suelo e intentando asestar mordiscos en su cuerpo. Karen jaló al infectado por
lo poco que le quedaba de cabello, presionó el cañón de su arma contra su sien
y jaló el gatillo.
_ Roger, consigue algo para trabar
la puerta.
Quizá hayan eliminado a unos
cinco o seis infectados entre los dos, pero desde afuera de la dulcería se
aproximaban aún no menos de quince más de ellos. Roger vio una pequeña nevera
heladera gracias a la salpicadura de sesos que provocó el disparo; se levantó y
con todas sus fuerzas se apresuró a empujar la nevera hasta la puerta que hasta
entonces Karen se hallaba conteniendo con su peso corporal, impidiendo la
entrada de los infectados que ya se abalanzaban sobre ella.
_ No aguantará por mucho _ dijo
Roger tras colocar la nevera _ debemos pensar rápido.
_ Podríamos intentar alejarnos
por la parte de atrás _ respondió Karen _ yo digo que tomemos lo que podamos y
lo intentemos.
_ ¡Quédense quietos! _ dijo
alguien apuntando con un arma a Roger y Karen oculto tras un anaquel.
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