Historias

ZombieBus - Pueblo Espinal (V)

Sin pensarlo demasiado, Karen y Roger se apresuraron a correr en dirección a la dulcería. Los cadáveres ya se encontraban de pie y empezaban a correr tras ellos, bramando y jadeando por probar un poco de carne humana. Ya habían conseguido dejar atrás a la mayoría de los infectados, pero había algunos que todavía estaban entre ellos y la dulcería prestos a detener su carrera.

_ ¡Cuidado! _ Gritó Roger mientras le quitaba a Karen un infectado de encima con un disparo.

_ Tenemos que entrar en esa dulcería a como dé lugar _ dijo Karen entre el momento en que eliminó a un infectado y le disparaba a otro.

El ruido que los infectados generaban en conjunto era abrumador, la situación no era favorable para los vivos puesto que estaban cuasi rodeados por completo y sin lugar a dónde escapar de forma segura. Su única esperanza era abrirse camino hasta la dulcería con la esperanza de poder encontrar refugio momentáneo mientras ideaban un plan para salir con vida de la presente coyuntura.
Hiciéronlo así, pero al llegar a la puerta de la dulcería, ésta se hallaba trancada por una gruesa cadena y un candado.

_ Maldita sea, está cerrada _ anunció Roger.

_ ¡Apártate! _ dijo Karen volando el candado de un balazo.

Roger reaccionó con velocidad ante la acción de Karen y abrió la puerta de una patada.
_ Apresúrate, adentro _ le indicó a Karen.

Un infectado que se encontraba a poca distancia de ellos alcanzó la puerta y embistió a Roger, tumbándolo al suelo e intentando asestar mordiscos en su cuerpo. Karen jaló al infectado por lo poco que le quedaba de cabello, presionó el cañón de su arma contra su sien y jaló el gatillo.

_ Roger, consigue algo para trabar la puerta.

Quizá hayan eliminado a unos cinco o seis infectados entre los dos, pero desde afuera de la dulcería se aproximaban aún no menos de quince más de ellos. Roger vio una pequeña nevera heladera gracias a la salpicadura de sesos que provocó el disparo; se levantó y con todas sus fuerzas se apresuró a empujar la nevera hasta la puerta que hasta entonces Karen se hallaba conteniendo con su peso corporal, impidiendo la entrada de los infectados que ya se abalanzaban sobre ella.

_ No aguantará por mucho _ dijo Roger tras colocar la nevera _ debemos pensar rápido.

_ Podríamos intentar alejarnos por la parte de atrás _ respondió Karen _ yo digo que tomemos lo que podamos y lo intentemos.


_ ¡Quédense quietos! _ dijo alguien apuntando con un arma a Roger y Karen oculto tras un anaquel.

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