_ No hay comité de bienvenida _
murmuró Roger al detener el autobús en la entrada del pueblo de Espinal _ Algo
aburrido pero ideal.
Karen
se bajó del autobús, pero antes de que pudiera empezar a caminar, Roger le
pidió que aguardara un segundo. Entonces, él sacó la pistola que le había
quitado en el encuentro de la estación de servicios.
_
Sé que dijiste que prefieres el cuchillo… pero nunca se sabe.
_
No, está bien _ dijo Karen aceptando el arma _ no es que no pueda usarlas, es
solo que trato de no hacerlo a menos que sea necesario.
El
pueblo de Espinal mostraba vestigios de haber sido el tipo de lugar vacacional
por doquier. Establecimientos de comida al aire libre, ventas comerciales de
artesanía local, posadas de aspecto humilde y hogareño; las calles advertían el
largo tiempo que han tenido sin ser de nuevo pavimentadas incluso desde antes
del apocalipsis y las casas que se extendían por todas ellas eran coloridas y
nada ostentosas. Claro que ese paisaje era difícil de apreciar debido a la cantidad
de sangre que decoraban las paredes, los cristales rotos de los
establecimientos, las marcas chamuscadas que alguna vez un fuego extinto
provocó y los cadáveres repartidos por las extensiones de calle.
Roger
y Karen iban en plan de encontrar provisiones, así que entraron en el primer
establecimiento de comida que no pareciera una madriguera de lobos. Entraron
prevenidos y armados, cautelosos de pasos y sigilosos de movimiento. Llegaron a
la puerta que suponen es la que da a la cocina y deciden abrirla. Un terrible
chirrido proveniente de la puerta se deja oír en todo el lugar, lo que provocó
que un cuerpo que no habían divisado hasta entonces comenzara a hacer
contorsiones en el suelo.
Roger
apuntó su arma de inmediato y hubiese disparado de no haber sido detenido por
Karen.
_
Espera _ dijo.
Se acercó tan
silente y rápido como pudiera al infectado que estaba a punto de ponerse de
pie. Antes de que diera el primer rugido y adoptara su naturaleza violenta,
Karen le enterró el cuchillo en la cabeza y luego una segunda vez cuando se
tendió de nuevo en el suelo para estar segura. Regresó frente a Roger un poco
exaltada y explicó.
_ Estas cosas
no son tan sensibles al ruido cuando han estado como ese, puede que lleve meses
sin haber estado de pie. No sabemos cuántos infectados puede haber en este
lugar pero te aseguro que un sonido tan fuerte como un disparo podría
respondernos con claridad esa pregunta. Así que no usaremos armas de fuego a
menos que haya otra salida.
_ Está bien _
comprendió Roger _ ¿Y con qué se supone que me defienda?
_ No te
preocupes, seguro encontramos una buena sartén en la cocina que puedas usar.
_ Excelente, entonces
cuando uno de ellos venga corriendo y hambriento hacia mí, podré preguntarle si
quiere sus huevos fritos o revueltos.
_ Ya deja de
lloriquear, haz silencio _ susurró Karen entrando a la cocina.
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