_ Ah,
mierda.
Advierte
que se encuentra atada a una silla en la mitad de la carretera. Puede ver a lo lejos cuatro sombras que
deambulan lentamente en su dirección y escucha ruidos que vienen de adentro del
autobús. Se agita un poco para intentar liberarse de la silla, pero los nudos
son fuertes y la mantienen casi inmóvil. Pronto escucha pasos sobre el
pavimento, está claro que Roger se acercaba y no tenía caso intentar algo
absurdo, pues ahora él tenía su pistola en la mano y ella nada con lo qué
defenderse.
_ Vaya
predicamento en el que te encuentras, linda _ dijo Roger _ si no mueres por
insolación, hambre o deshidratación… seguro que esas cosas de allá verán que te
reúnas con tu creador.
_
¡Púdrete! Las he tenido peor.
Roger
esbozó una sonrisa.
_ Linda, esa actitud no te ayudará
a salir de esto _ dijo Roger _ esas cosas de allá vienen en esta dirección por un
motivo y algo me dice que tú eres ese motivo. Ahora, puedes decirme de dónde vienes y cuál
es la situación de los lugares que atravesaste hasta llegar aquí… o puedo tocar
la campana para que ellos vengan a almorzar.
_ Tú, cobarde, que me noqueaste
segundos después de pactar. Tú y tu gente que deciden dejarme atada aquí servida
en bandeja de plata para esas alimañas. Estoy segura que aunque les diga lo que
sé me dejarán morir de igual manera. Así que váyanse al infierno.
_ Como quieras.
Roger disparó al aire y los
infectados, que hasta entonces sólo caminaban, comenzaron a correr hacia ellos.
La asaltante se mostró sorprendida por la naturalidad con la que Roger realizó
tal acción.
_ ¡Estás demente! _ exclamó la
asaltante.
_ No soy yo el que prefiere ser
tragado antes que tragarse su orgullo.
El calor aumentaba, la cuenta
regresiva empezó a correr tan rápido como los cuatro infectados que en cuestión
de segundos alcanzarían a la asaltante.
_Espero que sepas mejor que el sándwich
de tu mochila _ dijo Roger caminando hacia el autobús.
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