Historias

ZombieBus - Estación de Servicio (III)

                     

Aturdido, el asaltante poco a poco vuelve en sí. Está algo confundido y su visión es borrosa. Siente como la luz calienta la piel de su rostro y sabe que su identidad había sido revelada. Su largo cabello y rasgos refinados no ponían en duda que era una mujer.

                _ Ah, mierda.

                Advierte que se encuentra atada a una silla en la mitad de la carretera.  Puede ver a lo lejos cuatro sombras que deambulan lentamente en su dirección y escucha ruidos que vienen de adentro del autobús. Se agita un poco para intentar liberarse de la silla, pero los nudos son fuertes y la mantienen casi inmóvil. Pronto escucha pasos sobre el pavimento, está claro que Roger se acercaba y no tenía caso intentar algo absurdo, pues ahora él tenía su pistola en la mano y ella nada con lo qué defenderse.

                _ Vaya predicamento en el que te encuentras, linda _ dijo Roger _ si no mueres por insolación, hambre o deshidratación… seguro que esas cosas de allá verán que te reúnas con tu creador.
                _ ¡Púdrete! Las he tenido peor.

                Roger esbozó una sonrisa.

_ Linda, esa actitud no te ayudará a salir de esto _ dijo Roger _ esas cosas de allá vienen en esta dirección por un motivo y algo me dice que tú eres ese motivo.  Ahora, puedes decirme de dónde vienes y cuál es la situación de los lugares que atravesaste hasta llegar aquí… o puedo tocar la campana para que ellos vengan a almorzar.

_ Tú, cobarde, que me noqueaste segundos después de pactar. Tú y tu gente que deciden dejarme atada aquí servida en bandeja de plata para esas alimañas. Estoy segura que aunque les diga lo que sé me dejarán morir de igual manera. Así que váyanse al infierno.

_ Como quieras.

Roger disparó al aire y los infectados, que hasta entonces sólo caminaban, comenzaron a correr hacia ellos. La asaltante se mostró sorprendida por la naturalidad con la que Roger realizó tal acción.

_ ¡Estás demente! _ exclamó la asaltante.

_ No soy yo el que prefiere ser tragado antes que tragarse su orgullo.
El calor aumentaba, la cuenta regresiva empezó a correr tan rápido como los cuatro infectados que en cuestión de segundos alcanzarían a la asaltante.

_Espero que sepas mejor que el sándwich de tu mochila _ dijo Roger caminando hacia el autobús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario