Historias

ZombieBus - Estación de Servicio (V)


La cabeza de uno de los infectados que asediaban el autobús voló en mil pedazos tras el primer escopetazo de Roger.

                _ ¡Si, a ver qué tienen!

                Roger había atravesado el autobús transversalmente a la carretera, evitando que los infectados alcanzaran a la mujer. Corrió el guardamanos de la escopeta hacia atrás y luego hacia adelante, apuntó el cañón por una de las aberturas que dejaban las defensas metálicas de la ventana y le voló la cabeza a otro infectado. Mientras recargaba, uno de los dos restantes se encaramó en una ventana y con sus bruscos movimientos consiguió arrancar un par de tablas que reforzaban las defensas.

                _ No, amigo _ dijo Roger _ Si no pagas el pasaje no hay viaje _ Lo tumbó de un golpe con la culata y cuando cayó al pavimento lo remató con un impacto en el pecho.

                Teniendo en cuenta el ahorrar municiones de escopeta, tomó la pistola y disparó al último infectado. Primero atinó al hombro, luego al cuello y finalmente a la cabeza, acabando así con la amenaza. Esperó unos segundos para asegurarse de que ninguno de ellos se levantara de nuevo y solo cuando consideró que no había peligro alguno bajó la guardia.

                La mujer, desconcertada al escuchar los disparos y aliviada al dejar de oír rugidos recuperó el calor de su cuerpo; lo que significa que…

_ ¡Desátenme, me quemo el rostro!

_ Ah, rayos _ dijo Roger al escuchar el grito de auxilio.

Roger tomó un cuchillo y se bajó del autobús, se apresuró a levantar a la mujer todavía atada a la silla.

_ Espero que cumplas tu palabra, es lo menos que puedes hacer después de haberte salvado  la vida.
_ Oh, no te preocupes… cumpliré.

El héroe del día cortó las sogas y liberó a la mujer. Ella se sacudió los restos de cuerda y luego le propinó un puñetazo en la cara a Roger.

_ Ahora estamos a mano _ dijo ella.

_ Está bien, supongo que lo merecía _ respondió Roger buscando señales de sangre en su rostro _ Subamos al autobús, será más seguro hablar ahí.


La mujer asintió con la cabeza, a esas alturas ya se había resignado a que él o su gente no la matarían y ella no a ellos, así que ambos caminaron por entre los cadáveres infectados y subieron al autobús. Entonces, para sorpresa de ella, no había gente en el vehículo como ella pensaba, había sido vilmente engañada todo ese tiempo por Roger. Eso la enfureció.

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